lunes, 9 de junio de 2014

“Querían ficción y les dieron ficción”: El caso de Netflix, Big Data y la producción de contenidos

Desde hace ya varios años, las series de televisión parecen estar desplazando al cine del lugar que supo ocupar. Los Soprano, Mad Men o True Detective nada tienen que envidiarle a las mejores piezas de la historia cinematográfica. Sólo basta con ver la lista de nominados a los Oscar y a los Emmy y comparar cuáles despiertan más fanatismo y cuáles ocupan más espacio en los mass media y en las redes sociales. ¿Breaking Bad o 12 Years a Slave? Siendo sinceros, lo que más acaparó nuestra atención en la última ceremonia de los premios de la Academia fue la selfie de la anfitriona Ellen DeGeneres (que por cierto fue una fallida movida publicitaria de la empresa Samsung, digna de un futuro posteo).
En este contexto un nuevo actor cobra protagonismo. Para muchos, inesperado. Estamos hablando de Netflix, una empresa fundada en 1997 inicialmente como repartidora de DVDs a domicilio.

¿Qué es lo que hace Netflix?

Mediante una tarifa plana mensual, que ronda los 8 dólares en EEUU, proporciona mediante streaming películas, series de tv y documentales, sin tiempos de espera. Con un catálogo que crece día a día, los usuarios pueden elegir qué ver, cuándo verlo, y dónde verlo (tablets, smart TVs, pc). Interesante para cualquier amante del séptimo arte o de las nuevas series. Salvo para el Primer Ministro británico David Cameron, que dijo esta semana que “no entiende a Netflix ni a estas nuevas formas de mirar televisión”.


A pesar del conservadurismo, no sólo político, de Cameron, el premier británico da en la tecla cuando habla de nuevas formas de ver televisión. Netflix evidentemente significa esto. Pero de forma paralela, el contenido de estas series de tv también fue modificándose. Requieren en nosotros, los espectadores, nuevas competencias y una atención mucho más profunda. El ejemplo de Lost (2004) es claro. Más de diez personajes centrales (número que aumenta con el devenir de las temporadas), flashbacks, flashfowards, y un argumento, por lo menos, intrincado. Game of Thrones es otro caso similar, con una veintena de personajes, linajes, alianzas, traiciones y muertes. Ni hablar de la adicción y el fanatismo que generan en las audiencias. El sistema de Netflix parecería ser el compañero ideal de estos nuevos productos.

Lo que nos interesa en este posteo, sin embargo, es el nuevo rol de Netflix como productor de contenidos...

¿Qué cuernos tienen que ver la Big Data y la toma de decisiones en la producción de contenidos televisivos?

En realidad, ni siquiera hablamos de contenidos televisivos propiamente dichos (aunque alguna de las series de Netflix son retransmitidas en canales de cable), sino que estamos hablando de series en streaming por la web. El caso de Netflix es un caso de buena comunión entre oferta y la demanda, es un caso de comprensión de las necesidades y los gustos del cliente.
Netflix cuenta con más de 29 millones de suscriptores en Estados Unidos, que ven horas y horas de contenido diario. Ese número inmenso de reproducciones de contenido puede traducirse en datos.
Muchos datos.



El análisis de estos datos le sirvió a la empresa para encontrar un nicho vacío:

La política como temática predilecta de un gran número de suscriptores, el director David Fincher como uno de los favoritos de esta audiencia y el reconocimiento del talento de Kevin Spacey por parte de este grupo, condujo a Netflix a producir en 2011 su primer serie de contenido original: House of Cards. En este thriller político (remake de la serie homónima británica de los años 90, que oh casualidad, Netflix advirtió un crecimiento en sus reproducciones durante los últimos años) se cuentan las andanzas de Frank Underwood, un inescrupuloso senador norteamericano del partido demócrata.

La forma de lanzamiento también estuvo basada en el análisis de datos: los 13 capítulos de la primera temporada fueron puestos a disposición de sus clientes de forma simultánea, advirtiendo los nuevos modos de consumo de su público, que elige muchas veces mirar 3 o 4 capítulos seguidos una tarde de domingo.



House of Cards: un caso emblemático de la utilización de Big Data.


Cuando hablamos de producción de contenido estamos hablando de un negocio inmenso. Netflix invirtió más de 100 millones de dólares en House of Cards, cifra relativamente elevada para este tipo de productos. Invertir esta cantidad de dinero sin un análisis de este tipo parecería ser una locura.
Y más teniendo en cuenta los repetidos fracasos de taquilla de algunos tanques de Hollywood. Por lo pronto, Netflix está en camino a producir la tercer temporada de HoC, la segunda de Orange is the New Black, y una película sobre la serie de culto Arrested Development.

Puede fallar, por supuesto, pero si me preguntan dónde tengo que poner mis fichas, me inclinaría por aquellos productos que se basan no sólo en el instinto o buen ojo del productor. Si hay datos, usemoslos.

 
Por Rodrigo Oshiro.

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