El hombre y la mujer comparten el 99% del código
genético, excepto el 1% que se refiere al influjo de testosterona. Todo
comienza en el útero de las madres, a las ocho semanas de gestación, cuando el
influjo de testosterona potencia un cerebro masculino, creando mayores centros
sexuales y de agresión; mientras que la ausencia de esta hormona lo feminiza,
desarrollándose centro de comunicación y áreas que procesan la emoción.
El cerebro femenino es un poco más pequeño pero posee
el mismo número de neuronas que el cerebro masculino, solo que su estructura,
es decir la distribución de las neuronas es un poco diferente. Los centros del
cerebro para el lenguaje, el oído y el hipocampo (emoción y memoria) poseen un
11% más de neuronas que los hombres:
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Esto las hace más dialogantes
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Les da más facilidad para leer
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Pueden recordar mejor los detalles que tienen que ver
con el aspecto emocional
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Comprenden antes lo leído
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Tienen mayor fluidez verbal
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Hablan mejor lenguas extranjeras
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Pueden mezclar varios temas en una misma conversación
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Tienen mayor agilidad mental
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Amistades más profundas
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Destreza para desactivar conflictos
Además de las diferencias de los tamaños, los
investigadores descubrieron que el cuerpo calloso que comunica ambos
hemisferios es mayor y más desarrollado en la mujer, lo que hace que usen ambos
hemisferios y en consecuencia tengan a disposición más áreas del cerebro
conectadas simultáneamente.
Los hombres lateralizamos el uso a un solo hemisferio
cerebral, generalmente el izquierdo (que es el cerebro racional), y al no
poseer un cuerpo calloso tan desarrollado se limita la capacidad de relacionar
ambos hemisferios (el cerebro emocional y el racional). Esto explica la
dificultad para comunicar emociones, ya que al estar éstas en el hemisferio
derecho y la capacidad de expresión en el izquierdo, se dificulta la conexión.
El hombre, por tanto, posee mayor facilidad para transmitir la intelectualidad
y racionalidad del hemisferio izquierdo.
Las mujeres van cambiando acorde a las hormonas, y con
ellas se producen alteraciones químicas en la sinapsis cerebral. Los cambios
hormonales de una mujer se producen durante toda la vida: en el feto, la niñez,
adolescencia, madurez, embarazo, lactancia, crianza, menopausia y vejez.
Curiosamente, por ejemplo, en la primera mitad del ciclo menstrual, los
estrógenos potencian la capacidad intelectual de las mujeres, actuando como
fertilizantes de las neuronas.