viernes, 13 de junio de 2014

La Desigualdad está destruyendo la Meritocracia. El Dilema del Capitalismo en el Siglo XXI.


La idea que predomina en la calle, la de que efectivamente hay un creciente desequilibrio en el reparto de la riqueza y de los ingresos, se acerca mucho más a la verdad que la contraria. La desigualdad deteriora el vigor de las clases medias y la meritocracia que da su carácter apacible al capitalismo. Es decir, la creciente desigualdad hace que sea imposible pensar en cualquier perspectiva de movilidad social, mito básico sobre el que se sustenta el capitalismo.
 

 
Desigualdad, meritocracia y movilidad social

En principio vale aclarar que se entiende por desigualdad, meritocracia y movilidad social….

La desigualdad económica se contempla como la distribución desigual de bienes y servicios; ésta se da cuando dos individuos efectúan el mismo trabajo, pero la ganancia monetaria no es igual para ambos. 

La meritocracia es una forma de gobierno basada en el mérito. Las posiciones jerárquicas son conquistadas con base al mérito, y hay una predominancia de valores asociados a la capacidad individual o al espíritu competitivo, tales como, por ejemplo, la excelencia en educación o deportes.

La movilidad social implica, un movimiento significativo en la posición económica, social y política de un individuo o de un estrato. Pero generalmente lo que se estudia es la movilidad individual, pues el cambio en la posición de los estratos tiene que ver más con la evolución o el desarrollo social, que no debe confundirse con la movilidad social. Los estudios sobre la movilidad se basan en el hecho de que los sistemas de estratificación del mundo moderno no son rígidos y permiten el paso de un individuo de un status o de una clase a otro.

 
El Capital en el Siglo XXI: Un libro que da que hablar

En esta edición les vengo a contar sobre el furor de la publicación editorial del año, una review de “El Capital” (de Marx) de la mano de Thomas Piketty. Este libro está haciendo ruido en EEUU y sobre todo en Wall Street. En primera instancia, uno imagina una reacción conservadora implacable ante tal publicación, aunque en la práctica la realidad no es tan así … y veremos que los argumentos del autor se sostienen en estadística pura para luego dejar lugar a la interpretación.

La tesis del trabajo de Thomas Piketty, autor de “El Capital en el Siglo XXI”, es que desde los años setenta del siglo XX el incremento de la desigualdad, la concentración de la riqueza en manos de una exigua minoría social, está volviendo a los niveles del despiadado capitalismo industrial del siglo XIX.

Después de reunir una masa de datos durante quince años, sustentado casi exclusivamente en los registros fiscales de Francia, Gran Bretaña, Estados Unidos, Canadá, Alemania, Japón, Suecia y algunos otros países ricos, Piketty deduce que:

1) el retorno promedio sobre el capital supera la tasa de crecimiento de la economía;

2) la riqueza heredada tiene siempre más valor que toda la que un individuo puede acumular en una vida;

3) de los dos puntos anteriores se desprende que el capitalismo es incompatible con la democracia y la justicia social.

 

La ecuación de Piketty

Que el retorno del capital (r) es mayor que el crecimiento económico (g) es la ecuación fundamental de dicho libro: r > g. La ecuación, aparece por todas partes: periódicos digitales, foros, twitter… Si r > g, el capitalista acapararía la parte del crecimiento económico. Así el capitalista aumentaría su riqueza mucho más rápidamente que el pobre.
 
 
 

En el terreno práctico, Piketty propone un impuesto progresivo al capital, o a la riqueza, que debería aplicarse globalmente. El economista francés distingue entre beneficio, por un lado, y renta por el otro; es decir, entre el capital “con utilidad social” y aquel que no la tiene. A renglón seguido, Piketty admite que su propuesta es “utópica”.

Piketty encontró su defensor más decidido y de mayor prestigio en Paul Krugman. En su columna del New York Times, Krugman (Premio Nobel de Economía) dijo que su colega francés es “un prodigio de honestidad”. Krugman subraya una de las ideas clave de Capital in the Twenty–First Century: el mundo tiende a volver a una situación similar a la inmediatamente anterior a la Primera Guerra Mundial, cuando la economía internacional estaba dominada “por una oligarquía cuya riqueza era heredada”. El aumento drástico de las desigualdades sociales, sostiene Piketty (y Krugman hace hincapié en esta idea) destruye el mito de que las fortunas se ganan por mérito. La riqueza, dice el libro en cuestión, procede cada vez menos de la iniciativa empresarial y más de la herencia y de la renta; esto es, de la especulación financiera.


Por qué es tan utópica la propuesta de Piketty

Más allá de las teorías que se puedan desarrollar con objetivo de vivir en un mejor sistema capitalista readaptado o modificarlo por completo para siempre, hay dos claves fundamentales que sostienen la conservación de todo el sistema. Una se refuerza a la otra, y en este punto es donde entra a jugar la economía conductual:

 
1)      La ilusión de pertenecer: se han realizado estudios que demuestran que el ser humano se identifica con lo bello y lo virtuoso, explicándose de esta forma que la riqueza sea tan valorada y la pobreza tan denostada, sin importar las causas que las generaron. La ilusión de lograr la ansiada movilidad social llega a puntos límites como el de EEUU donde un grupo de multimillonarios y poderosos hombres de negocios denominado “Millonarios Patrióticos”, le pidió al Congreso que les aumenten los impuestos para ayudar a controlar el déficit presupuestario y así evitar que se lleven a cabo recortes sociales.

Paradójicamente, la ilusión de la población de algún día ocupar ese lugar y de la identificación personal para con lo “rico” provoca que pague muchísimo más en relación a su riqueza una enfermera que un multimillonario, y hasta ahora esto no ha podido ser revertido en el Congreso Estadounidense.

 

2)     El poder de Davos: la cumbre de Davos es el foro económico mundial, es el lo más alto del poder económico mundial concentrado. El poder acumulado por los sectores participantes es inmedible, y se reúnen anualmente en el Foro Económico Mundial para debatir propuestas sobre la agenda económica de. Para ponerlo en concreto, no hay forma de poder mayor de influencia ideológica, política y económica que la de estos sectores más poderosos. Ese poder se puede ver en las estadísticas de los más ricos del mundo. La mayoría del resto de la población es consciente de que no tiene ningún tipo de poder para cambiar nada, sino que debe flexibilizarse y adaptar su vida a las reglas de juego vigentes, intentando ser lo más felices que les sea posible.

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