martes, 27 de mayo de 2014

La Aversión a las Pérdidas: Premios Nobel, el Salven al Millón!! (de Susana Giménez) y el Ahorro Argento en Dólares

Uno de los primeros y más interesantes descubrimientos que dieron origen a la Economía Conductual es el Principio de la Aversión a las Pérdidas. Se refiere a la asimetría entre la percepción de Pérdidas vs. Ganancias.
Ganar nos hace sentir (más o menos) contentos. Perder nos hace sentir miserablemente.
Esta fue la tesis demostrada por Daniel Kahneman, y por ella le fue otorgado el premio Nobel de Economía.

Muchas veces se ha denostado el conocimiento científico. Conocimiento científico que es largamente utilizado para proteger intereses de grandes grupos de poder.
En este post voy a explicar dos casos particulares, donde se ha utilizado la óptica de la Aversión a las Pérdidas con distintos objetivos:
1) Por qué es tan bueno el "Juego del Millón" de Susana Giménez.
2) Por qué los argentinos ahorramos en dólares.

De que se trata este principio de Aversión a Pérdidas???

Si tenemos $0, endeudarnos en $100 pesos nos trae un efecto psicológico mucho más negativo que el efecto positivo de que nos den $100.
Si nos pagan mensualmente una salario de $7000, el efecto psicológico de que nos lo suban a $8500 es muy inferior al efecto psicológico negativo de la pérdida del mismo monto: que nos paguen $5500.

Los experimentos de Kahneman indicaron que en general las personas preferimos no perder una cantidad de dinero, a ganar la misma cantidad de dinero, y nuestras decisiones son influenciadas por este hecho irracional.
Si vamos por la calle y nos encontramos $100, el sentimiento de alegría es muy grande, pero si da la casualidad que al día siguiente se nos cae la billetera y la perdemos, para la mayoría de las personas el sentimiento de tristeza y rabia es superior al de la alegría. Aunque no era nuestro dinero, y el valor absoluto de ambos hechos es el mismo, queda la sensación negativa.
Esto es la aversión a la pérdida, pero ¿en qué consiste exactamente la mecánica de juego?
Si les damos a nuestros clientes o usuarios la sensación positiva de otorgarles algo, y aunque partieron de que se les ha dado algo que no es suyo o con lo que no contaban inicialmente, obtendremos que la mayoría de las personas desarrollarán un deseo superior a no perderlo que a ganar más, y sus decisiones estarán influenciadas por este hecho.


La curva es Asimétrica. Percibimos una pérdida de valor muy superior a la ganancia, siendo la pérdida y la ganancia del mismo monto.
 
Ahora... "basta de cháchara" y vamos a lo que interesa, como dice mi abuela...
 
 
El Juego del Millón de Susana Giménez. SALVEN AL MILLÓN !!!!
 
Expliquemos un poco el JUEGO DEL MILLON para los que los desconocen o no lo recuerdan.
El mecanismo es el siguiente:
- Al participante le dan un millón de pesos (se lo pagan por adelantado).
- Si contesta 100% bien todas la serie de preguntas. Se lleva un millón.
- Cada vez que contesta mal va perdiendo la parte que apostó en las respuestas incorrectas.
Por ejemplo, un participante al que aún le quedan $10.000, no está ganando ese monto, si no que ha perdido $990.000.
 
Es más, cada vez que el participante pasa una pregunta, se le recuerda el monto que supuestamente ha perdido. Como inicialmente se le modificó el NIVEL DE REFERENCIA al participante (un millón  y no cero) con el que comienza el juego, luego es fácilmente manipulable su sensación de pérdida que lo atemoriza, y que sumado al cronómetro lo pone más ansioso y nervioso y con menos chances de ganar.
Evidentemente, Susana o sus productores han estudiado muy bien este principio de aversión al riesgo. 
 
 
El Ahorro Argento en Dólares. PENSAR EN VERDE PARA RESGUARDARLA
 
La pregunta que muchos economistas se hacen es ¿Por qué qué en Argentina la gente no usa otros activos financieros para canalizar sus ahorros (acciones, bonos) como SI SUCEDE en OTROS PAÍSES? Suelen contestarlas utilizando modelos macro y microeconómicos complejos apelando a seres racionales (homo economicus) que deciden en base a factores puramente estadísticos y objetivos (la emisión monetaria, la inflación, la tasa de interés, la evolución del precio del dólar, el posible superávit o déficit fiscal o de la balanza comercial).
 

La clave de la respuesta reside en el modo en que funciona el mecanismo de memoria de nuestra especie y en las particularidades de la historia macroeconómica de nuestro país, sumado a la Aversión a las Pérdidas (que podemos percibir ante la posibilidad de adquirir otros activos financieros)
 Nuestra memoria separa:
ü  un almacén episódico, que conserva los recuerdos de nuestras experiencias, siempre asociados con un contenido emocional
ü  una memoria semántica que guarda la información que no experimentamos sino que adquirimos leyendo, consumiendo medios, o escuchando amigos.

El problema es que nuestra memoria nos engaña muy a menudo y muchas veces guarda aparentemente de manera caprichosa algunos recuerdos, mientras que olvida otros. Así, tenemos pocos recuerdos de momentos en los que haya sido una mala inversión comprar dólares, como ocurrió por ejemplo a mediados del 2003.
En cambio es mucho más común que nos acordemos de  fuertes oscilaciones en los precios de las acciones que generaron y profundos shocks bursátiles en unos pocos días.

A largo plazo, las inversiones en la bolsa y en títulos públicos dolarizados, son una mejor inversión que la simple especulación con una subida del dólar, pero el problema es que esto no es siempre así en períodos cortos de tiempo. Por ejemplo, durante 2008, con la crisis del campo la bolsa perdió más del 50% de su valor.

En un escenario de mayor estabilidad macroeconómica como el que exhiben los países desarrollados, la gente se anima a invertir en la bolsa porque no observan oscilaciones muy bruscas en el precio de las acciones y bonos. En nuestras tierras, sin embargo, quien compró una acción y al otro día en el diario ve que bajó de precio, sufre la baja como una pérdida y no se queda con una mirada de largo plazo. 

Aunque el dólar esté a $10, $11 o $15, cuando la gente nuevamente tenga un excedente de pesos en el bolsillo, volverá a subir.

Compramos dólares, entonces, porque

·         no queremos arriesgar a perder lo que ya tenemos,

·         no tenemos paciencia para esperar el largo plazo y

·         nuestro sistema de memoria nos juega la mala pasada de hacernos creer que otras opciones son más riesgosas, aunque no sea ésa la realidad.

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